A comienzos de los ochenta, estudiando la carrera de acuicultura en la National Taiwan University of Marine Science, recuerdo a un profesor que nos decía “en acuicultura una aplicación o una tecnología, para que sea duradera, tiene que ser sencilla y repetitiva”. Este concepto lo transmití a mis alumnos de ESPOL todo el tiempo que fui profesor. Operar un laboratorio de larvas tiene su complejidad e involucra pasos de consideración, desde la ubicación en la playa, hasta la calidad de agua que se toma del mar. Esta complejidad puede ser mayor si en sus objetivos se incluyen las tecnologías de la maduración, el desove y la larvicultura del camarón.

En los inicios de la larvicultura en Ecuador se concebía como laboratorio completo el que tenía todas las tecnologías nombradas y, para la producción de larvas, el laboratorio se debía apoyar en áreas como producción de algas, eclosión y producción de artemia, laboratorio de microbiología, etc… Todas estas áreas estaban debidamente separadas y eran manejadas por su propio personal. El propósito de que el laboratorio maneje todo el ciclo de algas, desde inicio hasta masivo, era para asegurar el volumen necesario de algas de buena calidad en todo el ciclo, y para garantizar la asepsia de este alimento básico. Los volúmenes de algas para larvicultura no se compraban a terceros, para evitar la contaminación con bacterias y protozoarios provenientes de otro laboratorio. Recuerdo que se adquirían algas en pequeños tubos de ensayo.

La limpieza y la pureza de las algas cultivadas en el laboratorio es fundamental para garantizar buenos resultados en la cría de larvas.

El laboratorio de larvas, grande o pequeño, se construía de cemento y el techado tenía alas translucidas, para aprovechar la luz solar, el calor y la fotosíntesis algal. Las puertas de entrada y salida, al igual que los ventanales, se mantenían cerradas o se abrían según la temperatura ambiente que se quería dentro del laboratorio.

Las limpiezas o “dry out” se hacían entre corridas e implicaban lavado y secado completo de todas las áreas y facilidades, como pasillos, tanques, tuberías, filtros, etc…

En el diseño del laboratorio se incluía un reservorio de agua salada cubierto, con volumen para cubrir la demanda diaria de larvicultura, maduración, desove, producción de algas, etc… En algún momento alguien pensó que construir el reservorio no sería necesario si en el mar ya se tenía un inmenso, que podía cumplir esa función!. Obviamente que este pensamiento revelaba el desconocimiento de algunas personas sobre la función de un reservorio en la operación de un laboratorio; esta función siempre ha sido preparar o “madurar” aquí el agua, antes de enviarla a los tanques.

La captación de agua para el laboratorio en un comienzo fue directa desde el mar, pero el costo de su instalación y el mantenimiento hicieron que se optara por el sistema de tubos enterrados o well- points, como también se lo llamó. Estos tubos o “puntas” se enterraban verticalmente y podían llegar hasta tres o más metros de profundidad en la playa, instalados en la más baja marea. Los tubos colocados en posición horizontal, al no llegar a mucha profundidad, podían captar agua contaminada.

Se ha encontrado vibrio viviendo en la arena hasta 50cm bajo la superficie y los tubos, en posición horizontal, dan más facilidad para captarlas. Si el laboratorio no trata debidamente el agua se expone a contaminarse con más facilidad. También se suma la mayor presencia de turistas en las playas.

En resumen, muchos procesos implican la operación de un laboratorio de larvas de camarón. Algunas buenas prácticas se mantienen aún y otras parece que han sido cambiadas u obviadas. Nos toca ahora revisar los procedimientos y ver qué no estamos haciendo bien?. Quizás debamos repasar los conceptos del pasado!. Otro aspecto de revisar sería la genética de los reproductores y la calidad de los nauplios, pero esto ya es otro tema.