Entendemos por ciclo a la serie de fases o estados por los que pasa un acontecimiento o fenómeno y que siempre se suceden en el mismo orden, para después volver a repetirse. En nuestro caso me refiero a los ciclos lunares, muda y circadiano, todos ellos relacionados con la reproducción, alimentación y crecimiento del camarón. En Taiwan, entre los años 70 y 80 escuchaba a mis profesores a cerca de la influencia que estos ciclos tienen en la vida del camarón. En ese entonces las especies comercialmente más importantes eran el Penaeus monodon y el Penaeus japonicus, como se los llamaba científicamente. Los investigadores de Japón, Taiwan y Filipinas, me refiero al Dr. Kanazawa, Dr. Liao, Dr. Primavera, etc… dedicaban tiempo y recursos para conocerlas, y las investigaciones venían dándose en la prefectura Yamaguchi de Japón, en el laboratorio Tungkang de Taiwan y en Iloilo-Filipinas. Los múltiples experimentos realizados revelaron que los ciclos mencionados tenían relación con la nutrición, crecimiento y reproducción de dichas especies.
Impartiendo estos conocimientos, como profesor de acuicultura de la ESPOL, yo explicaba a mis alumnos de la conexión que los crustáceos tienen con la naturaleza y su entorno. Días atrás leí un artículo sobre acuicultura donde se mencionaba que esta actividad está muy ligada a la naturaleza, refiriéndose a los climas y a las condiciones del entorno. A esta reflexión yo le añadiría también la conducta y capacidad de respuesta que el camarón tiene ante los cambios que la naturaleza le presenta. Todos los crustáceos, por ser articulados y rígidos (poseen exoesqueleto), se adaptarán y permanecerán en la naturaleza, evolucionando y perfeccionando todos sus órganos y sistemas.
A manera de ejemplo recordemos que, en las etapas tempranas de su desarrollo larval, el camarón es un zooplancton cuyo desarrollo y supervivencia están supeditados a las condiciones del mar. En zoea su nutrición es fitoplanctónica y con cada metamorfosis sus hábitos alimenticios van variando, hasta transformarse en un perfecto omnívoro. Una descripción mayor de su ontogenia muestra el vínculo que el crustáceo tiene con la naturaleza a lo largo de su desarrollo, como las migraciones verticales y horizontales a las que se ve abocado, para alimentarse y protegerse mientras crece. Estas referencias están ligadas a la conducta del camarón desde una óptica externa.
A mediados de los años 80’ Yasuhiko Akamine ensayó por dos ocasiones un método de cría de larvas de camarón, al que denominó “Método semi-natural de cría de larvas de camarón”. El primer ensayo lo realizó en el Laboratorio de Larvas de Camarón de la ESPOL, ubicado en San Pedro de Manglaralto. En esta ocasión utilizó un tanque de cemento de 50.000 litros revestido con pintura blanca inerte. El segundo lo realizó en la ciudad de Manta, en la embarcación Combrio, utilizando 6 tanques de 1.000 litros cada uno, fabricados de fibra de vidrio y color blanco. Para ambos casos Y. Akamine empleó un protocolo apegado a las condiciones naturales del mar, con agua cruda y filtrada, pero fertilizada para impulsar el desarrollo del plancton. Yasuhiko Akamine fue asesor científico del proyecto “Larvas de camarón de la ESPOL” en 1984. En ambas pruebas el objetivo fue cultivar larvas de camarón bajo el método semi natural, desde la fase naupliar hasta post larva 5, y luego comparar su calidad con post larvas producidas bajo el protocolo usado en los laboratorios comerciales de ese entonces. En ambos ensayos se dieron dificultades para controlar el desarrollo de organismos depredadores, como el gusano flecha (arrow worm o Sagitta), un quetognato hábil para depredar larvas de camarón.
El Sagitta es un gusano que puede alcanzar una longitud de más de 8cm. Ingiere sedimentos.
Este quetognato posee una eficiente proboscis para depredar larvas. Crece con facilidad. En este caso depreda una larva de pez.
