Las especies cultivadas en laboratorio dependen del alimento vivo durante la etapa larval (Lavens y Sorgeloos, 1996). El alimento vivo deberá estar disponible, de fácil reproducción y económico (Watanabe y Kiron, 1994). Utilizar el plancton del ambiente natural presenta problemas de cantidad y calidad irregular e incrementa el riesgo de introducir patógenos al laboratorio. Estas dificultades se superan de buena forma produciéndolos en ambientes controlados. En laboratorio, utilizar alimentos formulados siempre presenta retrasos en el crecimiento de la larva, aumento de la mortalidad y se acentúa la disparidad de talla (Schlechtriem et al., 2004a).

Es conocido por biólogos y acuicultores de la importancia nutricional que tienen los alimentos vivos para el buen desarrollo de las larvas, sobre todo en los estadios más tempranos. Esta clase de alimento (fresco) representa la base para el crecimiento sostenido y la sobrevivencia de las larvas, tanto en peces como camarones. Entre los alimentos más usados se encuentran microalgas, como Chlorella vulgaris, Chaetoceros gracilis, Skeletonema costatum, Arthrospira platensis; y zooplancton, como Brachionus plicatilis, Calanus calanus, Daphnia magna, Panagrellus redivivus y Artemia salina.

El P. redivivus compite como reemplazo del nauplio de A. salina. Este microgusano ya se usó en larvicultura comercial de camarón en el Ecuador en la década de los 80 debido a su proteína y simplicidad para el cultivo, mostrando ser una buena alternativa y de alto potencial como alimento vivo para las fases iniciales de desarrollo larval del camarón L. vannamei. El P. redivivus despertó gran interés entre los acuicultores por sus bondades nutricionales, que no difiere en mucho con la artemia y el rotífero. Presenta fácil reproducción y el costo para producirlo en ambiente cerrado es bajo. El P. redivivus es un alimento superior a los microparticulados.